martes, 12 de marzo de 2013

Gritos de la Frontera

Había una vez una niña que se llamaba Alegra. Tenía una abuela que vivía en un pueblo costero muy bonito, Gritos de la Frontera.
Le gustaba pasar los veranos con su abuela, y cuando no tenía que ir al colegio.
Su abuela se llamaba Rosa, pero ella le llamaba cariñosamente "yaya".
Yaya era una abuela muy mayor, tenía 87 años pero estaba en muy buena forma y salvo porque era un poco dura de oido, no se notaban nada sus años.
Alegra y yaya hacian muchas cosas juntas pero lo que más le gustaba a Alegra era ir al pueblo a hacer los recados.
La primera parada la hacian en casa de la señora Rufina. Rufina hacía pan y vendía barras y hogazas, tambien estaba un poco teniente asique hablaban entre ellas muy alto, asi:
¡¡RUFINAAAAA, PONME DOS BARRAS QUE ESTA AQUI MI NIETA!!, gritaba yaya.
- ¡AHORA MISMO, ROSA!, decía Rufina.
¡GRACIAS, RUFINA! ¡GRACIAS, ROSA! Y se despedian agitando la mano.
La segunda parada era la casa del señor Pio. Pio era el frutero del pueblo y tambien tenía que agudizar el oido para poder entender algo:
¡¡PIOOO, PONME LAS MEJORES MANZANAS QUE TENGAS, QUE ESTA AQUI MI NIETA!!, gritaba yaya.
- ¿COMO DICES ROSA? ¿QUE NO PUEDES ESTARTE QUIETA?, preguntaba con extrañeza Pio.
¡¡NO PIO!! ¡¡QUE ME PONGAS LAS MEJORES MANZANAS QUE TENGAS, QUE ESTA AQUI MI NIETA!!, gritaba yaya, mientras señalaba a Alegra.
¡GRACIAS, PIO! ¡GRACIAS, ROSA! Y con una gran sonrisa se despedian.
La tercera parada era la casa del señor Ventura. Ventura era el pastelero del pueblo, y tambien tenía un problema de oido, estaba como una tapia:
¡¡VENTURAAAAA, PONME UN PASTEL DE ALMENDRAS, QUE ESTA AQUI MI NIETA!!, gritaba yaya.
Pero Ventura no repondía. Asique "yaya" cogía aire y mientras gritaba le daba un toquecito en el hombro:
¡¡VENTURAAAAA, PONME UN PASTEL DE ALMENDRAS, QUE ESTA AQUI MI NIETA!!
Ventura se daba la vuelta y exclamaba:
- ¡¡HOLA ROSA!! ¡¡SI ESTA AQUI TU NIETA!! ¡¡NO ME DIGAS NADA, VOY A PONERLE UN PASTEL DE ALMENDRAS!!
¡GRACIAS, VENTURA! ¡GRACIAS, ROSA! Y Alegra cogía su pastel y con un beso se despedía de Ventura.
Aunque Alegra era muy felíz viviendo con sus padres en Silencio de Arriba, siempre echaba de menos Gritos de la Frontera, su yaya y sus gentes.

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