martes, 12 de marzo de 2013

Tomás

Tomás era un niño que vivía con sus padres en un barco. ¿En un barco? Os preguntareis. Sí, en un barco. Y no uno cualquiera, sino en un trasatlántico.
Su padre era pianista y su madre tocaba el contrabajo, y formaban parte de la orquesta de fiestas.
Tomás, a sus 8 años, había viajado más de lo que muchos sueñan. Y durante estos años, había visto y conocido a muchas personas, a un hindú que comía bombillas, a la mujer más alta del mundo, a la niña record ginness de salto de comba, en definitiva, mucha y muy variada gente.
Tomás soñaba con convertirse algún día en una persona especial como aquellas que veía.
Un día, cuando el barco había llegado a puerto, y Tomás había terminado sus deberes (porque vivía en un barco pero tambien tenía que hacer deberes), sus padres le dejaron salir a proa y ver como subian nuevos pasajeros.
Mientras observaba, escuchó una voz que le decía: "¡Eh, tú! ¡Eh, niño!"
Tomás miró a su alrededor, pero nadie parecía llamarle.
"Ehh, aquí abajo" - volvió a escuchar.
Cuando bajo la cabeza no podía creer lo que veía, ¡había un pez señalándole! Y no contento con eso, le lanzó una moneda de oro con la boca.
Desde aquel día Tomás supo que él era la persona más interesante que viajaba en ese barco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario