sábado, 19 de octubre de 2013

El regalo más especial de Pedrin

Había una vez un niño que se llamaba Pedrin, vivía en una casa muy grande, llena de muebles, cuadros, cortinas, alfombras... Su habitación era muy grande y tenía montones de juguetes por todos lados.
Se acercaba su cumpleaños y como todos los años, siempre pedía juguetes nuevos. No sabía pedir otra cosa, porque cada vez que se aburría de alguno lo rompía, pensando que ya no le hacía falta, que ya conseguiría otro...
Llegó el gran día y sus padres le organizaron la mejor de las fiestas, acudieron todos sus familiares y amigos y cada uno de ellos llevó una caja con un regalo.
Todos menos su abuelo José, que cansado de que su nieto fuera un caprichoso y un poco egoísta, llevó su regalo sin envolver y se aseguró de que no fuera un simple juguete.
Le llevó a Pedrin un perrito. A sus padres les pareció muy bien, porque ya no sabían que hacer para que Pedrin se portara mejor.
Cuando Pedrin lo vió, se sorprendió mucho, ¿qué iba a hacer él con un perro? Un perro necesitaba que lo cuidaran, comer, beber, salir a pasear... el no quería eso, ¡él quería que le cuidaran a él!
Esa noche el perrito se metió con él en la habitación a la hora de dormir. Pedrin intentó echarlo, pero fue imposible, el cachorro le había cogido cariño y quería estar con él a todas horas.
Cuando se despertó por la mañana se dió cuenta de que el cachorro estaba esperando a que se despertara. Bajaron a desayunar y le dió parte de su leche al perrito, que muy contento se lo agradeció con un lametazo.
Al volver del cole, el perrito le estaba esperando en la puerta moviendo el rabo. Pedrin no pudo resistirse más y le dijo:
"Bueno, si te vas a quedar por aquí, habrá que ponerte un nombre, te llamaré Ron" - dijo Pedrin-.
Así con el paso de los días, vió como su amistad con Ron crecía y crecía. Pedrin se dedicaba al cuidado del perrito todos los días, le daba de comer, su bebedero siempre estaba lleno, le bañaba y le sacaba a dar un paseo todos los días.
El niño aprendió, gracias al regalo de su abuelo José, que para ser feliz no hace falta tener muchas cosas, sino tener las más importantes.
Pedrin se hizo tan responsable, que hasta regaló parte de sus miles de juguetes entre los niños de su colegio y jamás volvió a romper ninguno.

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